lunes, 7 de enero de 2013

Porque lo de Telemadrid ya no tiene nombre


El caso de Telemadrid es especial. Y no lo digo porque yo sea de Madrid, porque haya crecido con Telemadrid o porque la tesina del máster que realicé (y que aún tengo que presentar) vaya sobre Telemadrid. Lo digo porque la gestión de la radio y la televisión pública de Madrid no tiene nombre.

Muchos achacan el declive a la llegada de Esperanza Aguirre a la presidencia de la Comunidad. Pero fuera de hablar desde las impresiones, pongamos los datos sobre la mesa.

Sólo por encima, el gasto público del ente pasó de 4,8 millones de euros en 1991 a 200 millones en 2009. Todo ello según los Presupuestos y Cuentan Anuales de RTVM. En cuanto a la audiencia -la gente que veíamos Telemadrid- ha pasado de un pico del 20% a finales de los años 90, a un 4 % a día de hoy. Los motivos: pueden ser varios.

Tal vez la manipulación, la censura y la ocultación de información ha tenido algo que ver. O tal vez la mala gestión (vamos a presuponer que ha sido" mala" y no "malintencionada") ha hecho que no sólo Madrid, sino que el mundo entero esté viendo cómo cuando el agua llega al cuello la solución no es otra que despedir a 925 trabajadores. 925 personas que han aprobado una oposición, que se han ganado su puesto y que ahora, después de años luchando contra las diferentes Direcciones que se han paseado por la Ciudad de la Imagen, ven cómo sus contratos termina con un ERE injustificado.

La plataforma Salvemostelemadrid sigue luchando por defender los derechos de los trabajadores de esta empresa pública. Lo llevan haciendo desde hace años, y ahora con más fuerza que nunca. Desde que se conociera oficialmente el ERE, huelgas, protestas, concentraciones y asambleas han sido la única baza de los 925 trabajadores que están en la lista de despedidos. Gente valiente, profesional y, ante todo, humilde. Lo último: arman el Belén en la Puerta del Sol. 

Una vez un profesor me dijo que un verdadero periodista jamás haría de su persona la verdadera noticia. Pues parece que los tiempos han cambiado, y que se ha obligado a dar la vuelta a la tortilla.