miércoles, 9 de septiembre de 2015

Ser refugiado en España no es fácil

La Unión Europea ya ha tirado de las orejas en varias ocasiones a nuestro país por no cumplir con los mínimos de respeto a los derechos humanos y a la protección internacional de las personas refugiadas. Personas que recordemos huyen, literalmente, del miedo de morir en mitad de una guerra, o de las epidemias y la escasez de comida que provocan esos conflictos. 

Hoy, la Comisión Europea anuncia a los Estados miembros una nueva propuesta de reparto de refugiados. 120.000 serán las personas que Europa deberá albergar, y que ahora mismo están en Italia, Grecia y Hungría esperando un destino que les asegure la paz que llevan anhelando durante meses de periplo. La mayoría de los refugiados proceden de Siria y Afganistán, pero no debemos olvidar que los ciudadanos de Kosovo, Afganistán, Eritrea (donde el servicio militar es lo más parecido a la esclavitud y es obligatorio), Serbia, Albania, Irak, Pakistán y Nigeria son los siguientes países de los que más personas huyen, según fuentes de Eurostat. Y nosotros nos preguntamos, ¿cómo tratará España a estos refugiados? ¿Estaremos a la altura de las circunstancias? 

Ya en el mes de Julio, la ONU pidió explicaciones a España por abandonar a Mohamed, refugiado político de origen argelino, que fue desahuciado con sus dos hijos de 8 meses y dos años, con los que acabó durmiendo en la calle. Ahora, nos encontramos con una situación parecida. 

La familia de Derar, refugiado eritreo en España, se enfrenta a una orden de desahucio por no poder hacer frente al pago del alquiler desde hace 4 meses. Llegaron a España desde un campo de refugiados en Túnez, gracias a una orden de reasentamiento del ACNUR y del Gobierno Español. Ahora, no saben qué va a pasar. En agosto del año pasado dejaron de recibir la ayuda de 1.100 euros mensuales con la que vivían los cuatro, y la Renta Mínima de Inserción de 500 euros no les da ni para pagar los 700 euros de alquiler. Derar vivía con su familia en Libia. Él y su mujer son ingenieros, y aseguran que les dieron a sus hijos la mejor vida que podían imaginar, hasta que estalló la guerra. Entonces la familia se separó. Derar estuvo dos años sin saber nada de su mujer ni de sus hijos, hasta que se enteró de que habían conseguido llegar a España. Consiguió reunirse con ellos en el 2014. Ahora lo único que pide es una vida digna junto a los suyos. 

Aseguran que la crisis de refugiados que se está viviendo en Europa les hace recordar, una vez más, lo que han tenido que sufrir. Pero la esperanza de que su situación se solucione está en las nuevas generaciones, como la de Adaad, su hija que con tan sólo 12 años, tiene muy claro a qué se quiere dedicar en el futuro. “Quiero ser médico para ayudar a la gente”, asegura.



 (Artículo publicado en www.cordobainternacional.com)