jueves, 23 de octubre de 2014

“Lo que cosechamos ahora es lo que plantó el régimen de Gadafi”

Parece que fue ayer cuando las imágenes de un Gadafi amoratado, lleno de sangre y tendido en el suelo recorrían los informativos de todo el mundo como prueba irrefutable de que Libia había sido liberada. Aquello ocurrió el 20 de octubre de 2011. Tres años después, los libios se asoman al abismo de una guerra civil que, parece, no tiene marcha atrás. Con un Gobierno electo exiliado a la fuerza, y otro con tintes radicales asentado en Trípoli, Libia se ha convertido, para muchos, en un Estado fallido que, lejos de resurgir de sus cenizas, se ha hundido en el extremismo y en la corrupción. Llego antes de la hora, pero en la Embajada libia en Madrid lo tienen ya todo listo. Me da tiempo a sacar la grabadora y poco más, cuando el señor Mohamed Alfaqeeh Saleh, embajador de Libia en España, entra en el amplio salón en el que me preparo para comenzar la entrevista. Con nosotros estará un traductor. Me preguntan si quiero tomar algo, un té o un café. Deniego la amable invitación. El señor Alfaqeeh me cuenta que hay un dicho popular árabe que dice que el agua es un símbolo de buena esperanza en las relaciones entre las personas. Así que no lo dudo: “Tomaré agua, gracias”.
 
Foto:  Mohamed Alfaqeeh Saleh, embajador de Libia en España.
Pregunta: Se cumplen tres años de la muerte de Muamar Gadafi. Usted pasó casi diez años en la cárcel durante el régimen del dictador, simplemente, por tener una opinión propia. ¿Cómo ve a Libia en este tercer aniversario?
Respuesta: "El régimen de Gadafi fue dictatorial y tiránico. Perduró en el poder más de 40 años. Fue uno de los peores regímenes a todos los niveles; en el de la represión, la corrupción e, incluso, en el de la seguridad. A pesar de que ahora Libia atraviesa circunstancias muy difíciles y se enfrenta a la división y la ‘somalización’, a pesar de todo eso, no puedo decir que con Gadafi fue mejor. La mayoría de los problemas que sufrimos ahora vienen del régimen anterior; lo que cosechamos ahora es lo que plantó el régimen de Gadafi”.
 
P: Si la Organización de Naciones Unidas (ONU) formó parte del derrocamiento de Gadafi y ha hecho un seguimiento en la reconstrucción del país, ¿cómo ha llegado Libia a esta situación?
R: “Nosotros desde el principio hemos instando a la comunidad internacional a no dejar Libia hasta que no se reconstruyera el Estado. Y, sin embargo, los gobiernos influyentes del mundo no nos han escuchado. Creo que la ONU se ha precipitado en salir del país. Pero, le voy a explicar algo. A mí siempre me gusta diferenciar entre lo que es un dictador y lo que es un tirano. El primero construye un Estado y se apoya en él. Pero si el dictador cae, las instituciones siguen en pie. Sin embargo, en el caso del segundo, el Estado siempre gira a su alrededor, y si el tirano cae, el Estado cae con él. Esa es la diferencia entre lo que ocurrió en Túnez, en Egipto o, incluso, en España, con lo que ha pasado en Libia. Cuando cayó el régimen de Gadafi, el Estado se hundió, con lo que surgió un vacío de poder y de seguridad en la política y en las instituciones”.
 
P: Con todo ese vacío político, ¿ha dado tiempo a generar nuevos partidos capaces de gobernar Libia?
R: “La construcción de partidos políticos requiere tiempo. Por eso, ese vacío existente se ha ocupado con fuerzas políticas que ya estaban organizadas, como Hermanos Musulmanes, el Grupo Islámico Combatiente y los salafistas”.
 
P: ¿No es esta mezcla un tanto peligrosa?
R: “Estos tres grupos representan el islam político, y son sucursales de organizaciones internacionales que están apoyadas por grupos a nivel regional. Sin embargo, las fuerzas nacionalistas que podrían hacerles frente aún no estaban reconstruidas. Por eso, tuvieron la oportunidad de ocupar el vacío que había quedado. Esto es así en el aspecto político. Respecto a la cuestión de seguridad, el lugar fue ocupado por grupos milicianos que fueron formados tras el régimen de Gadafi. Cada grupo creaba su propia milicia. Incluso más de 15.000 presos, hablamos de criminales, fueron liberados metiéndoles en las milicias. Era una forma de evitar la vuelta a las cárceles”.
 
P: ¿Y quién paga las armas? Porque se señala a los países del Golfo Pérsico como los proveedores del armamento.
R: “En realidad, debemos explicar primero la situación libia para analizar la exposición exterior. Como el Estado no tenía ejército, ni policías, se intentaba unir a estos grupos para utilizarlos como tal. Se les pagaba incluso un sueldo para evitar que se dedicaran a la violencia o al robo. Era una medida provisional. Sin embargo, esos grupos armados impedían cualquier movimiento que rehiciera las instituciones. Sólo le digo que los combatientes que luchaban contra Gadafi no pasaban de 30.000 hombres, y que los milicianos, actualmente, son más de 200.000”.
 
P: El español Bernardino León, nombrado recientemente representante especial de la ONU para Libia, ha asegurado que “es urgente estabilizar el país [Libia], porque si no se convertirá en base del Estado Islámico”. ¿Esto puede pasar?
R: “Sí. La existencia de grandes cantidades de armas en el país y la presencia de muchos grupos armados, además de la división actual y la debilidad de las instituciones, conduce al mantenimiento de la anarquía. Y este es el escenario ideal para este tipo de grupos. Permite que el terrorismo se haga con el poder en el país”.
 
P: El ministro alemán de Ayuda al Desarrollo, Gerd Müller, acusa directamente a Catar de financiar al Estado Islámico. ¿Cree que Müller está en lo cierto?
R: “Claro que existen apoyos externos a este tipo de grupos para influir dentro del proceso político de Libia. Pero no sólo hay que hablar de Catar. Muchos países del Golfo Pérsico están intentando intervenir para tener influencia en el país. El mayor miedo es que el éxito del proceso democrático de transición en Libia pueda dejar al descubierto muchos otros regímenes de la región que quedarían en evidencia. Pero esta es una opinión personal”.
 
P:  Con todo esto, ¿cómo ve el futuro de su país?
R: “Veo que estamos ante un cruce de caminos. O se mantiene esta situación de anarquía y de crímenes, lo que puede conducirnos a una intervención militar internacional que tendría efectos nefastos para el país, o conseguimos reconstruir las instituciones del Estado rápidamente. Aunque, para que se dé este otro camino, tendría que producirse, al mismo tiempo, una reconciliación nacional y de diálogo, y la reducción de las fuerzas de las milicias. Estos serían tres puntos que deberían ir en paralelo. Si conseguimos con la mayor brevedad posible reconducir estas tres direcciones, podríamos recuperar el país”.
 
P: Pablo Iglesias, eurodiputado y líder del partido Podemos, denunció hace unos días ante el Parlamento Europeo, que tanto la ONU como la Unión Europea (UE) intervinieron militarmente en Libia durante el gobierno de Gadafi por intereses puramente económicos y no para ayudar a la población civil. En concreto, Iglesias describió aquel momento como “el tiempo en el que Gadafi financiaba la campaña electoral de Sarkozy y regalaba caballos a José María Aznar”. ¿Está de acuerdo?
R: “Es una buena pregunta. Desde luego que los países occidentales o Estados Unidos se mueven por sus intereses. Cuando Gadafi tenía mano de hierro en Libia todos trataban con él. Pero cuando empezaron a ver que el suelo se tambaleaba a sus pies, y que no le queda mucho tiempo en el poder, se dieron cuenta de que la guerra se recrudecía y de que aumentarían las matanzas, lo que podía conducir a un mayor nivel de terrorismo. Por eso se pusieron de parte del pueblo. Y reitero que lo hicieron defendiendo sus propios intereses”.
 
P: Sabe que no todo el mundo es tan sincero, ¿verdad?
R: “Bueno, nosotros decimos lo que pensamos”.
 
P: La cumbre sobre la crisis de Libia que tuvo lugar en septiembre en Madrid, descartó una solución militar y abogó por el diálogo. Sin embargo, Francia está convencida de que es necesario intervenir. ¿Qué opina?
R: “Yo no creo que Francia esté animada a intervenir. Lo que ocurre es que tiene miedo de que lo que está viviendo Libia se contagie a los países del sur de África de lengua francófona. Por eso, su temor es mayor que el de otros países. La intervención militar está regulada en un acuerdo internacional que marca las condiciones que se tienen que dar para que eso pase, y la intervención sería la última opción”.
 
P: ¿Cómo describiría el papel que está jugando España en el conflicto libio?
R: “España es considera por Libia como uno de los países más importantes en la región, sobre todo en materia de seguridad del Mediterráneo, tanto en el plano económico como estratégico. Además, España tiene una gran experiencia  en el proceso de transiciones políticas, y para nosotros está haciendo un papel muy positivo con el objetivo de ayudarnos a pasar esta página negra de la historia de nuestro país”.
 
P: Para terminar, tengo que preguntarle qué tipo de Gobierno cree que le espera a Libia, ¿islámico o islamista?
R: “Libia es un pueblo musulmán, que tiene su cultura islámica y su religión musulmana, y que siempre ha adoptado una postura moderada. Los grupos islamistas son grupos políticos que quieren politizar, ideologizar la religión. En los tres procesos electorales que han tenido lugar en el país, dos terceras partes del electorado siempre han estado a favor del proceso democrático libio, mientras que el proyecto islamista ha tenido un apoyo ínfimo. Lo que ocurrió el pasado mes de junio es que el islam político, al no tener apoyo popular, utilizó la fuerza para imponer su propia ideología. Desde aquí pedimos a nuestros amigos en el mundo, y por supuesto a España, que entiendan a la población libia, y que se opongan a los que quieren imponernos una nueva dictadura y un régimen tiránico”.

 

viernes, 10 de octubre de 2014

“En un mundo global como en el que vivimos ahora, acabar con el ébola es responsabilidad de todos”

El primer caso de contagio de ébola en Europa producido en España, ha abierto en los últimos días los informativos de medio mundo, en un alarde de alarmismo y de terror que poco o nada ha tenido que ver con la cobertura informativa sobre los 7.200 infectados que hay en África Occidental, o sobre las más de 3.330 personas que han muerto a causa de la enfermedad. Ante un mundo que estos días tiene puestos los ojos en la Europa rica y desarrollada, Atalayar ha querido mirar a la región occidental de un continente, África, que pese a tener un sistema sanitario colapsado y una situación económica precaria, lucha por acabar con un brote de ébola que cruza fronteras, y que ya ha dejado miles de “huérfanos del ébola”: niños a los que el virus ha arrebatado a sus padres, y que son repudiados por una sociedad que teme ser contagiada. Hablamos con Blanca Carazo, responsable de proyectos de cooperación de UNICEF Comité Español. 
 
Blanca Carazo, responsable de proyectos de
cooperación de UNICEF Comité Español / Foto: UNICEF. 
Pregunta: ¿Rechazan las familias a los niños por miedo al contagio? 
Respuesta: “Sí. Ahora mismo tenemos contabilizados 3.700 niños que han quedado huérfanos por el ébola y que, además, están sufriendo cierto estigma y rechazo por sus familias o, incluso, por sus comunidades, porque al haber estado en contacto con personas que han muerto de ébola, se teme que ellos puedan contagiar la enfermedad”. 
 
P: ¿Cómo se actúa ante una situación así?  
R: “En Sierra Leona, uno de los tres países de África Occidental más afectados junto con Liberia y Guinea, ha comenzado una iniciativa en la que las personas que han sobrevivido al ébola, están siendo formadas para acompañar a los niños que están en centros de aislamiento. Y es que, si estos niños han estado en contacto con la enfermedad, se les aísla por un periodo de 21 días en unos lugares donde no pueden tener contacto con nadie, ni siquiera un abrazo, y donde las únicas visitas son las del equipo médico cubierto de pies a cabeza. Esto para un niño es una experiencia muy traumática. Después, normalmente estos pequeños son dirigidos a instituciones o a familias de acogida. Una vez que se les hace el test del ébola y sale negativo, hay que hacer entender a sus familias que no son un riesgo y que necesitan todo el cariño y toda la protección posible”. 
 
P: ¿Es posible dar esa protección con un sistema de salud colapsado? 
R: “Hace poco nos llegó la historia de una mamá que estaba a punto de dar a luz, y en ningún centro de salud la pudieron atender. Su bebé murió, se trataba de un parto complicado. Y también escuché, hace poco, una frase que decía que “está muriendo gente de ébola sin tener ébola”. Ahora estamos viendo que hay riesgo real de que aumente la mortalidad infantil y materna. Y es que hay niños que no están recibiendo atención para enfermedades que son la principal causa de mortalidad infantil en estos países. Un niño enfermo de malaria no recibe la medicación necesaria porque, a causa del ébola, los médicos no dan abasto. Incluso, en otros casos, las familias tienen miedo de llevar al centro de salud a su hijo porque piensan que allí se va a contagiar del ébola”. 
 
P: Ante el brote del virus en Europa, ¿cree que la lucha por su erradicación ha dejado, de repente, de ser un tema sólo de África? 
R: “En un mundo global, como en el que vivimos ahora, acabar con el ébola, como con muchas otras enfermedades, es responsabilidad de todos. Prácticamente, todos los países del mundo han firmado la Convención sobre los Derechos del Niño, y eso supone que se han hecho responsables de proteger los derechos de los niños en todo el mundo. El ébola es una amenaza contra el derecho a la salud y al desarrollo, por lo que creo que sí, es una cuestión de todos. Y la prueba está, además, en que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado la situación del ébola en esta zona del mundo como una emergencia de nivel máximo a nivel global, y la Organización de Naciones Unidas (ONU), por primera vez, ha creado una misión para responder a una emergencia sanitaria”.  
 
P: ¿Está concienciada, entonces, la comunidad internacional de la grave situación que el ébola está causando en África Occidental? 
R: “Sí es verdad que a nivel de Europa o de Estados Unidos es una pena, pero el hecho de ver a una persona de tu país afectada, hace sentir todo esto como algo más grave o más real. Este brote de ébola es muy inusual porque, hasta ahora, los brotes que se habían dado estaban concentrados en un área geográfica restringida, y habían tenido un pico de mucha intensidad que, después, se había controlado. Por eso, en este brote la gran diferencia ha sido el momento en que se ha comenzado a traspasar fronteras, incluso dentro de África. En cierto modo, creo que ha sido un poco sorpresivo, y que ha habido una reacción algo tardía. Falta mucho por hacer”.  
 
P: Con todo esto, ¿se puede vivir en el corazón del brote del ébola? 
R: “Lo que está suponiendo esta enfermedad en Guinea, Liberia y Sierra Leona es un impacto muy fuerte en la vida diaria de las personas. El ébola infunde muchos miedos, y también muchos mitos, que hacen que uno crea que se puede contagiar en cualquier momento. Incluso este temor está modificando la relación de las personas. Por ejemplo, en África Occidental la gente suele saludarse con bastante contacto físico, con abrazos o apretones de manos, con besos… y ahora, a nivel formal, la gente evita ese apretón de manos y hace un choque de codos, con las mangas, para evitar el contacto”.  
 
P: ¿Tanto es el temor de la población? 
R: “El tema del miedo condiciona mucho. Hay niños que están dejando de ir a la escuela para evitar el contacto con otros niños. Y también pasa a nivel socioeconómico. El tema del cierre de las fronteras en estos países, que funcionan mucho con el comercio, está limitando la actividad económica y la generación de ingresos en una economía que es muy de subsistencia, de conseguir dinero para comer esa semana o ese día”.  
 
P: ¿Se niega la gente a creer que el ébola existe? 
R: “El ébola da miedo aquí y allí. Desde el principio, UNICEF se ha planteado que la lucha contra la enfermedad estaba en dos frentes: suministros de protección e información. Y sobre esto último, explicar en qué consiste el ébola para que las personas afectadas acudan a los centros de salud. En Sierra Leona, a finales de septiembre, el Gobierno decretó tres días en los que todas las familias tenían que estar en sus casas. Se movilizaron 30.000 personas que fueron casa por casa explicando todo lo relacionado con el ébola, y entregando jabón y cloro, porque lavarse las manos con asiduidad reduce mucho el contagio. Hay ciertas medidas que se pueden tomar, y esto es lo que las familias tienen que entender. Es la única manera de no tener ese miedo constante”. 
 
P: Además, UNICEF reparte kits de protección del hogar, ¿en qué consisten? 
R: “Básicamente llevan material de protección para las familias que cuiden de otra persona que pueda tener ébola. Estos kits llevan el jabón y cloro que comentábamos, y que son elementos muy sencillos, pero que ayudan mucho a prevenir el contagio, y también guantes, mascarillas y cubos para favorecer la higiene de la persona que pueda estar infectada”.  
 
P: En países con tantas carencias, ¿se pueden respetar los protocolos de actuación? 
R: “Hay protocolos que son importantísimos y que, además, son difíciles de implementar, porque de alguna manera chocan con la cultura de la población local. Por ejemplo, en Liberia y Sierra Leona la tradición es que cuando alguien de la familia muere, se le despide tocando a la persona. En el caso de alguien que haya fallecido por ébola eso puede ser muy peligroso. Por eso, hacer cumplir los protocolos es algo que requiere de firmeza y, a la vez, de sensibilidad, para saber transmitir este tipo de necesidad y que las familias lo sientan de la manera menos agresiva posible. No es fácil, pero es imprescindible”.  
 
P: Por último, ¿podemos lanzar un mensaje de optimismo? ¿El ébola, se puede controlar? 
R: “Eso espero. Sí es verdad que lo que todos los expertos afirman que, ahora, estamos en el momento de subida, por lo que los casos de personas infectadas por ébola seguirán aumentando. Esperemos que se pueda controlar, que haya un descenso y que se pueda erradicar. A veces parece que entramos en una actitud un poco derrotista, pero, dentro de que esto es algo grave y de que necesita una intervención urgente, hay que decir que mucha gente se está sobreponiendo a la enfermedad. En otros brotes de ébola la tasa de mortalidad estaba en torno a un 70 por ciento, y ahora estamos hablando de un 51-52 por ciento. Tenemos historias de niños que lo han conseguido, que han acabado con el ébola. Como Howayou, de 3 años, y su hermano Amaou, de 4 años. Sus padres murieron a causa del ébola en Sierra Leona, pero ellos posan en sus fotografías levantando el dedo y haciendo el signo de la victoria. Se puede hacer algo, pero tenemos que hacerlo ya”.