sábado, 16 de febrero de 2013

“Mis opiniones son sólo mías”


Últimamente es la frase por excelencia que muchos de los que trabajan en los medios dejan, en su mayoría, más que patente en sus perfiles de las redes sociales. Y claro, una se pregunta: ¿y de quién van a ser si no? Entonces te da por indagar, y te tropiezas con titulares como este: “Unidad Editorial controlará la actividad de sus periodistas en las redes sociales”. 

Me viene una frase a la cabeza de un profesor de la universidad que no se cansaba de decir que la objetividad no existe. Algo que cuando estás en los primeros años de carrera te choca, porque por otro lado no hacen más que decirte que el buen periodismo, el de calidad, es aquel “objetivo y neutral”. Pero pasa el tiempo, y te empiezas a cuestionar conceptos como el de “bueno”, el de “objetivo” o el de “neutral”. 

                                                    (Foto: www.guardian.co.uk)
Que te pidan que “te comportes” en tu vida privada en las redes sociales, y que todo lo que escribas sea “en relación con la línea editorial” para no perjudicar los intereses del medio, ¿qué quiere decir? ¿Es una manera de reconocer que, como profesional, te están oprimiendo a diario y que comunicas acorde a una tendencia impuesta? 

Para el consultor Mario Tascón, ex de El Mundo y El País, “la diferenciación entre lo público y lo privado es el principal elemento de alerta para las empresas”, y tal vez, por eso, “Reuters recomienda utilizar cuentas separadas si el periodista usa las redes para actividades ‘profesionales’ y ‘privadas’”. Y he aquí la cuestión. ¿Hasta qué punto lo profesional deja de ser privado, o viceversa? El periodismo es una manera de pensar, de ver, de sentir… y en esta profesión, por mucho que pese, lo público y lo personal, casi siempre, van de la mano. Porque si no crees en la actuación de la ONU en Siria, tampoco lo harás en la pieza sobre el enviado de turno, ni en un tuit de camino a casa. Y eso, sinceramente, no tiene porqué dar miedo mientras no se deje de ver como lo que es: un valor añadido. 

La verdad es que ahora entiendo a mi profesor. Está claro que la objetividad no existe cuando decides qué noticia abre y cuál se queda en segundo lugar. También está claro que lo bueno es relativo, y que la neutralidad ya no se la podemos dejar ni a Suiza… Así que me quedo sólo con una cosa: la transparencia. Porque si eso no falla, lo que escribas en 140 caracteres o en 140.000 seguirá siendo lo mismo: verdad.