Son las 11:30 horas de la mañana, y el arabista Pedro
Martínez Montávez (Jaén, 1933) me recibe en su casa del centro de Madrid.
Mientras me preparo para comenzar la entrevista, me pregunta cuál es mi
apellido. “Cano… ¿usted no tendrá parentesco con el teniente coronel Cano que
me quiso expulsar de El Cairo allá por los años 50?”. Rápidamente nos
enfrascamos en una conversación sobre el periodismo, la censura y la ética en
la profesión. “Con 25 años trabajé como director de una revista del Centro
Cultural Hispánico de El Cairo. En uno de los números publicamos una poesía de
Rafael Alberti, comunista y exiliado. Si no hubiera sido por el Padre Zacarías
Ramiro, me hubieran expulsado de inmediato de Egipto”, cuenta el arabista. El
salón en el que nos encontramos está lleno de premios y reconocimientos a una
vida entera dedicada al estudio del mundo árabe contemporáneo. Un mundo marcado
en los últimos meses por el Estado Islámico y sus atrocidades.
El arabista Pedro Martínez Montávez en su residencia de Madrid |
Pregunta: ¿Los que hacen llamarse Estado Islámico han
llegado para quedarse?
Respuesta: “El llamado Estado Islámico, que en árabe se
llama Daish, y que literalmente traducido es el Estado Islámico en Irak y
Siria, aunque pueda parecer un hecho esencial, para mí no lo es. Es episódico y
accidental. Creo que es un fenómeno muy oscuro y que, igual que ha llegado a
las cotas más altas de actualidad, perderá parte de esa popularidad y dimensión
adquirida en cualquier momento”.
P: ¿Tiene este grupo algo de estado o de islámico?
R: “Desde mi punto de vista no, aunque según ellos lo tienen
todo. Es un grupo que no responde a ningún tipo de legalidad que podamos
calificar como histórica. Sin embargo, sí puede ser interpretado desde otras
perspectivas, como una reacción coyuntural de defensa de lo que, algunos
entienden, puede ser la disminución de importancia que la población sunní ha
experimentado frente a la chií”.
P: Estos días no paramos de leer titulares del estilo “El
Estado Islámico sueña con reconquistar España”. ¿España o Al-Ándalus?
R: “Yo vengo repitiendo desde hace mucho tiempo que el
fenómeno de Al-Ándalus ha terminado radicalmente en el tiempo pero no en los
imaginarios. Y digo imaginarios, en plural, porque también existe en el
imaginario español. Aquí o amamos mucho a Al-Ándalus, o lo odiamos.
Evidentemente el imaginario árabe colectivo es mucho más fuerte. Y es que los
árabes no distinguen entre Al-Ándalus y Andalucía. Me sorprende como, por
ejemplo, en los medios de comunicación árabes se llama a la Junta de Andalucía
“Junta de Al-Ándalus”. Hay una enorme tendencia a reducir Andalucía a
Al-Ándalus. Incluso en estos medios, una y otra vez los inmigrantes que llegan
en patera a nuestras costas llegan a Al-Ándalus y ni siquiera a España. El
mundo árabe ve, por tanto, a Al-Ándalus como la gran gloria y la gran derrota.
No se me escapa que en muchos grupos radicales esa visión de la necesaria
recuperación del paraíso perdido existe. Pero es un enorme error de base y de
visión para el presente y para el futuro. Si se quiere hacer una aproximación
positiva a Al-Ándalus, debe hacerse desde un punto fundamentalmente cultural, y
no dejarla reducida al plano político o de la aspiración”.
P: El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, habla
de “grupo terrorista”, pero el Estado Islámico controla el territorio y tiene
una administración económica, social y religiosa. ¿Es sólo eso, un grupo
terrorista?
R: “La administración estadounidense maneja con gran
facilidad los términos de terrorismo y terrorista. Los aplica como le parece
según afecte a sus intereses, sin explicar ni por qué los pone, ni por qué los
quita, además de crear grandes conceptos como “la lucha contra el terror”, sin
saber exactamente a qué terror se refiere. Y hay cosas que me extrañan mucho.
Por ejemplo, no se hace una morfología del terrorismo, ni se clarifican las diversas
formas de terrorismo que hay. Y no sólo eso. Es que se le dan calificativos muy
precisos, como el de islámico, con lo que cualquier persona puede deducir que
todo el islam es terrorismo”.
P: ¿Pasa lo mismo con el uso de la palabra yihadismo?
R: “El término yihadismo se ha puesto de moda. Y se suele
utilizar además en femenino, la yihad, cuando se debería decir el yihad, porque
en árabe es un nombre masculino. Pero decir la yihad está actuando
inmediatamente en el subconsciente de “la cruzada” contra lo islámico y,
evidentemente, cala profundamente en las masas. Nadie trata de explicar que el
término yihad es de una semántica muy amplia y profunda. Yo ahora no voy a
entrar a explicar en profundidad pero, básicamente, lo que significa es la idea
de esfuerzo. Un esfuerzo que los intérpretes radicales han entendido como el
esfuerzo en el camino de Dios”.
P ¿Es inevitable que aflore el sentimiento islamófobo en
Occidente?
R: “Ante toda esa avalancha de propaganda, sí, creo que es
inevitable que lo que vamos a llamar las gentes sencillas sientan islamofobia.
A las personas en Occidente se les ha trabajado mucho esa parte del imaginario,
y es sumamente difícil convencerles de lo contrario. Primero, porque los hechos
de pavor siguen ocurriendo; segundo, porque desconfían del musulmán, del que
piensan que es un agente encubierto de cualquier grupo terrorista; y en última
instancia, porque conocer a los seres humanos exige mucho tiempo, mucho
esfuerzo y mucha dedicación, y eso no va con el mundo de ahora”.
P: Entonces, ¿es mejor no saber?
R: “No, para nada. Pero, evidentemente, ante el bombardeo de
los medios de comunicación, la mayoría de las personas sí pensarán que es mejor
no saber”.
P: Hay voces críticas que creen que los representantes de
la comunidad musulmana en España no han condenado públicamente los actos del
Estado Islámico más allá de un breve escrito. ¿Qué opina?
R: “Creo que, si es así, es un error. Los grupos que se
manifiestan por escrito tendrían que hacerlo de una manera más contundente y
pública. Pero eso sí, hay que entender una cosa: ellos temen también las
acciones que pueden tener esos grupos terroristas. Ellos conocen perfectamente
que eso que podemos llamar las visiones radicalizadas del islam son bastante
más extensas y numerosas de lo que podemos pensar”.
P: ¿Hay miedo?
R: “Evidentemente, pero en parte está justificado. Yo he
buscado siempre una interpretación civil, y no sólo civilizada, de la religión.
Una interpretación de la relación que, entre otras cosas, acepta lo que
podríamos llamar la dimensión temporal del hecho religioso. Con esto yo no digo
que los mensajes religiosos son manipulables, pero sí son temporales, y tienen
que buscar una readaptación al tiempo en el que viven las sociedades. Como
decía un gran pensador islamólogo egipcio desaparecido hace poco, Nasr Hamid
Abu Zayd, “el islam y el Corán es una polifonía, no es una sola voz”. Pero hay
muchos musulmanes que no lo creen así, porque ven el mensaje religioso como una
categoría absoluta, inmutable”.
P: ¿Son estáticas también las guerras? ¿Están hechas para
perdurar en el tiempo?
R: “La experiencia y mis conocimientos me han enseñado que
las guerras han existido siempre. Parece que guerra y humanidad son conceptos
inseparables. Pero lo que ocurre en el Mashrek, en el Próximo-Medio Oriente, es
que está en una sucesión de crisis desde hace más de un siglo. Yo siempre
califico el siglo XX de esta zona del mundo como el siglo circular, porque
comenzó como acabó. Comenzó con enfrentamientos internos y ha terminado con
enfrentamientos internos. Y junto a todo esto, y desde mediados del siglo XX,
esas cadenas de conflictos se intensifican. Y para que la gente vaya pensando
un poco, porque yo no voy a dar explicaciones, que a nadie se le olvide que
desde los años cuarenta y tantos comienza el proceso de fundación del Estado de
Israel, y no es un hecho menor. Es curioso comprobar que los conflictos se
reproducen, pero nunca tienen un término real, con lo cual el conflicto vuelve
a reproducirse”.
P: Por último, quería hablarle del ministro de Asuntos
Exteriores, José Manuel García-Margallo, que dijo el pasado 19 de septiembre
durante la Misión de España ante Naciones Unidas en Nueva York que “el califato
del Estado Islámico que provocaba carcajadas en las medinas hace unos años es
una amenaza real”. ¿No se veía venir?
R: “El llamado Estado Islámico, como grupo conformado dentro
de Al Qaeda, era perfectamente conocido por las cancillerías occidentales, por
la administración estadounidense y por Israel que, por cierto, posee uno de los
mejores servicios secretos del mundo. Lo que el señor García-Margallo podría
haber añadido es que no sólo provocaba carcajadas en las medinas, sino también
en las cancillerías occidentales. Y no sé por qué el señor García-Margallo no
ha añadido eso aunque, en cualquier caso, él sabe mucho más que yo”.